Bhima Tay

Este blog se creó para divulgar las creaciones y actividades de Bhima Tay, vidente, periodista de lo desconocido y poeta. Aquí encontraréis artículos relacionados con la videncia, el tarot evolutivo, la magia y poemas extractados de sus libros.

jueves, agosto 28, 2008

Fátima

El otro lado de Fátima»
Extractado del libro 'Misterios de la Iglesia'de Carmen Porter
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Una mujer sin cabeza
Hay acontecimientos que han sido hábilmente «eliminados» de las crónicas oficiales de los sucesos de Fátima.
Varios meses antes de que las apariciones de la Virgen en Cova da Iria estuvieran en boca de todo Portugal y de media España, se produjeron hechos aún más inauditos si cabe. Entre abril y octubre de 1915 Lucía, que se encargaba de llevar a pastar el ganado a las tierras familiares, y otras tres pastorcitas -María Rosa Matías, Teresa Matías y María Justino- se encontraban con sus ovejas en un cerro conocido como Cabeço, cerca de Aljustrel. Como cada jornada, después de comer las viandas que sus madres les preparaban para soportar mejor el día, comenzaron a rezar el rosario.
A los pocos minutos, una de las niñas se quedó atónita ante la visión que se dibujaba al frente. Avisó a las demás y las cuatro pudieron observar cómo encima de unos árboles, suspendida en el aire, aparecía una figura blanca - «parecía vestida de nieve»- a la que «los rayos del sol iluminaban de lleno», dándole una singular transparencia. Así explicó Lucía el verdadero primer hecho insólito del que fue testigo:
De buenas a primeras vemos que, sobre la arboleda del valle que se extendía a nuestros pies, se detenía como un nube, más blanca que la nieve, algo transparente, en forma humana. Parecía una persona envuelta en un lienzo.
Una de las muchachas fue corriendo a su casa y con gran congoja aseguró a su madre que había visto encima de un árbol «una cosa blanca que parecía una mujer sin cabeza, que no tenía ni manos ni ojos».
«El ángel», como más tarde denominarían a aquel extraño ser, se volvió a dejar ver en otras dos ocasiones por Lucía, Jacinta y Francisco, a los cuales nadie creía.
La Virgen se aparece a los tres pastorcillos
El 13 de Mayo de 1917 amaneció soleado. Era domingo y los pastorcillos acudieron muy temprano a oír misa con sus familias.
Jacinta había cambiado mucho desde la visita del «ser de cristal» y aprovechaba cualquier instante para hacer sacrificios y rezar con gran devoción. Pero no se pudo resistir al juego que su hermano propuso y así comenzaron a construir una cabaña con piedras. De repente un «rayo» se dibujó en el horizonte. No había nubes y el sol brillaba con todo su esplendor. Sabiendo lo peligrosas que pueden a llegar a ser las tormentas en el monte, decidieron que lo mejor era volver al pueblo.
En pocos minutos juntaron los rebaños y comenzaron a descender por el camino de la cuenca. Al pasar al lado de una robusta encina, otro rayo, más fuerte, los vuelve a asustar. Aceleran el paso, pero pocos metros después quedan inmovilizados ante una mata de carrasca de poco más de un metro de alta, sobre la cual se halla una mujer «más brillante que el sol».
- No tengáis miedo, no quiero haceros daño alguno.
Lucía, precavidamente, le pregunta:
- ¿Usted de dónde es?
- Soy del cielo.
- ¿Qué es lo que quiere usted de mí?
- Vengo a pediros que vengáis aquí seis meses seguidos, el día 13 a esta misma hora. Después diré quién soy y lo que quiero. Y volveré aquí todavía una séptima vez.
Tras charlar varios minutos con los niños, la figura
...abrió las manos comunicándonos una luz muy intensa como un reflejo que de ella salía penetrando en nuestros pechos [...]. Comenzó entonces a elevarse serenamente en dirección al oriente, hasta desaparecer en la inmensidad del espacio, rodeada de una luz muy viva que iba como abriéndole camino en el círculo de los astros.
La descripción oficial que se divulgó sobre la mujer que se había aparecido a los pastorcillos es la siguiente:
Manifiesta tener de quince a dieciocho años. El vestido blanco como la nieve, sujeto al cuello con un cordón de oro, le baja hasta los pies, que rozan apenas las hojas de la carrasca. Un manto, todo bordado en oro, le cubre la cabeza y todo el cuerpo. Tiene las manos juntas delante del pecho en actitud de orar y de ellas cuelga un rosario de cuentas blancas...